Suelta tus Problemas en Dios

 Suelta tus problemas en Dios.


La fe verdadera es aprender a soltar en Dios.
Es tener la valentía de renunciar al control que creemos tener sobre muchas cosas, y permitir que lo que ponemos en manos de Dios sea guiado por Él. Me atrevo a decir que muchas veces las cosas no funcionan como queremos porque las intentamos controlar a nuestra manera… y olvidamos que el verdadero control lo tiene Otro.

Te suelto mis sueños, mis deseos, el control de mi vida.
Anhelo tu plan para mí, Señor. Pero si no soy capaz de soltar, también soy responsable de los desenlaces tristes o de las decisiones erradas. Por eso estamos aquí hoy, porque hemos comprendido la necesidad de fortalecer nuestra fe y dejar que Dios gane terreno en nosotros.

Cuando Dios entra en la vida de una persona, uno aprende a entregarle más… y a dejar que su voluntad se cumpla en el corazón. Uno empieza a vivir menos desde uno mismo, y más desde Dios.

¡Qué difícil es soltar!
Soltar es dejar que hable la fe.
Soltar es abandonarse, decirle al Señor: “lo puedes hacer mejor que yo.”
Soltar es creerle a Dios.

A veces, Dios nos habla de forma maravillosa, y en ese diálogo, nos pide que soltemos algo... o incluso a alguien.

¡Cuánto sufrimiento, nostalgia y errores por aferrarnos a lo que Dios nos pide dejar! Esa expresión tan popular, ligero de equipaje”, es una invitación a soltar para que nuestra vida sea más liviana, más tranquila, más plena… y para que Dios tenga más espacio en nosotros.

Te suelto, Señor, lo que soy.
Te suelto mis proyectos, mi familia, mis hijos, mi trabajo, mis sueños, mi salud y mi enfermedad. Y lo más hermoso es saber que te lo entrego a Ti, el mejor de todos.

Cuando uno suelta, los milagros comienzan a llegar. No cargues todo solo, cuando Dios te ha invitado a dejarlo actuar.

Ahora te invito a que hables con Jesús.

Hazlo como ya lo has aprendido: en silencio, sin palabras. Esa es la mejor oración: la que contempla y se abandona. Entra en tu interior, escápate un momento del ruido exterior, y allí, en tu cuarto interior, encuéntrate a solas con el Señor.

Imagina dos sillas: una para ti, otra para Jesús. Siéntate con Él. Cuéntale tus tristezas, tus alegrías, tus dudas, tus decisiones. Dile: “Jesús, quiero contarte esto…”

Habla con Él como con tu mejor amigo. Esa es la oración más bonita: saber que Él está ahí, que te escucha, te recibe y no necesita máscaras ni filtros.

Allí, en esa conversación íntima, háblale de los que amas: tus hijos, tu pareja, tus amigos… incluso de aquellos que te cuesta amar. Pídele por ellos. Bendícelos.
Porque soltar es confiar, y el Señor solo te pide eso: que confíes.
Que en sus manos, lo que entregues, estará seguro.

Y ahora escucha lo que el Señor quiere decirte esta noche:

No te preocupes. Solo confía.”
Eso es todo. A eso te trajo hoy.

Vamos a entregar este momento cantando desde el corazón:

🎵 No te preocupes, solo confía. Yo tengo el control de tu vida.
Deja que actúe, no desesperes. Todo va mejor de lo que crees.
Solo confía, yo camino contigo, de noche y de día…
🎵

Hermoso, ¿verdad?

El Señor te dice:

Suelta. Confía. Yo no defraudo. Yo lo puedo hacer mejor.”

A veces, las cosas no salen bien no porque Dios haya fallado… sino porque aún no te has rendido del todo.

Él hace lo suyo. ¿Estás haciendo lo tuyo?

Dilo con el corazón. Quizá alguien a tu lado necesita escucharlo también:

Solo confía. Solo confía.