Los Planes de Dios son DIFERENTES a los nuestros

 Los Planes de Dios son DIFERENTES a los nuestros.


Hermanos,
a la luz de la Palabra proclamada en esta mañana, especialmente en la primera lectura, y también iluminados por los acontecimientos recientes que hemos vivido como Iglesia, podemos descubrir algo muy profundo: la voluntad de Dios muchas veces no coincide con nuestros planes humanos.

Escuchábamos en los Hechos de los Apóstoles cómo Saulo de Tarso —quien más tarde sería el apóstol Pablo— iba camino a Damasco con cartas en mano, dispuesto a arrestar a los cristianos. Ese era su plan, su intención, su convicción, movido por el celo religioso que lo caracterizaba.

Pero en el camino, todo cambió.
Cristo resucitado se le apareció y lo confrontó directamente:
Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”

Una pregunta que sin duda caló en lo más profundo de su ser.

Ese encuentro transformador es descrito como un resplandor de luz. Saulo cae al suelo, ciego, desarmado, vulnerable. Y es ahí donde escucha de labios del mismo Jesús que ha sido escogido para una gran misión.

Saulo pensaba que estaba cumpliendo su deber religioso. Pero Dios tenía un plan completamente distinto. Y gracias a ese giro inesperado, hoy y yo conocemos el testimonio, la doctrina y la fuerza misionera de san Pablo. Gracias a él, el cristianismo se expandió, y contamos con un legado inmenso a través de sus cartas, sus viajes y su entrega total.

Una cosa es lo que nosotros queremos o planeamos.
Y otra muy distinta es lo que Dios quiere hacer con nosotros.

Si nos detenemos a pensar un momento, muchos podríamos decir:
De niño, de joven, yo soñaba con otra vida, con otro rumbo… Pero hoy, mirando hacia atrás, entiendo que Dios tenía un camino diferente. Y fui diciendo que sí, paso a paso.”

Ya sea en la vocación matrimonial, en la vida profesional, o en una vocación consagrada, Dios nos ha ido moldeando y conduciendo. Y cuando acogemos su voluntad, descubrimos que su plan es siempre más grande que el nuestro.

También en estos días, al ver la elección del nuevo Papa, comprendemos cómo el Espíritu de Dios sigue actuando.


No fue, quizás, el nombre que los medios esperaban o que muchos suponían.
Pero Dios eligió a su siervo, como ha hecho tantas veces en la historia.
Y así nos muestra, una vez más, que el Espíritu Santo guía a su Iglesia, que Dios se manifiesta y actúa en medio de los acontecimientos humanos, incluso cuando nosotros no lo comprendemos del todo.

El Evangelio de hoy, tomado del capítulo 6 de san Juan, nos recuerda otra verdad fundamental:
Jesucristo es el Pan Vivo bajado del cielo.
El que coma de este pan vivirá para siempre.”

Cuando tenemos un encuentro personal con Jesús, Él nos fortalece, nos alimenta y nos da la gracia para discernir su voluntad y cuando ponemos nuestra vida en sus manos, hermanos, no nos perdemos.
Al contrario, caminamos seguros, agradando al Señor.

Volviendo a la primera lectura, recordemos también la figura de Ananías.
Jesús le pide que vaya a imponer las manos a Saulo.
Y él, con temor, responde:
Señor, de ese hombre he oído cosas terribles. Viene con órdenes para arrestarnos.”
Pero el Señor le responde con claridad:
Es un instrumento que he elegido para cosas grandes.”

Y así es también con cada uno de nosotros.
Dios nos ha escogido en medio de nuestra vida y realidad, para cosas grandes.
Dios ha escogido a este nuevo Papa, León XIV, para una misión grande en la Iglesia.

¿Cuál es nuestra tarea entonces?

Alimentarnos de la Palabra, del Pan del Cielo, y orar.
Orar con fe para cooperar en el proyecto de salvación.

Porque aunque a veces el camino se vea oscuro o confuso, Dios lo tiene claro.
Ni Ananías entendía el plan con Saulo, ni Saulo comprendía del todo lo que le pedía el Señor.
Y probablemente el Papa, en este momento, tampoco ve con claridad todo lo que viene.
Pero Dios sí.

Y es en la oración, en la vida espiritual, donde vamos comprendiendo su voluntad.

Que el Señor nos bendiga con su Palabra.
Que el Señor nos fortalezca con su presencia.
Y que y yo, alimentados por este Pan Vivo,
tengamos fuerza para seguir caminando.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Amén.