Una nueva Oportunidad para Empezar !

 Una Nueva Oportunidad para Empezar!.


Durante estos días de Pascua, hemos estado escuchando un diálogo muy interesante entre Jesús y un hombre llamado Nicodemo. ¿Y por qué me ha llamado tanto la atención? Porque nos recuerda que todos necesitamos saber que siempre somos merecedores de una nueva oportunidad. Y precisamente, eso es la historia de la salvación: Dios generando oportunidades, incluso en los momentos más oscuros de la vida.

Dios nos creó, nos colocó en el paraíso... y nosotros lo negociamos, lo perdimos. Vendimos el alma. Luego vino el diluvio, pero incluso allí Dios prometió no volver a castigar al hombre de esa manera. ¿Por qué? Porque el ser humano merece una nueva oportunidad. Y así, la vida debe leerse desde esa lógica: la de un Dios que no se cansa de darnos otra posibilidad. Porque no hay nada más triste que nos cierren la puerta sin siquiera intentarlo.

Vamos ahora a sumergirnos en esta palabra. Jesús está hablando con Nicodemo. Y me ponía a pensar que Nicodemo fácilmente nos representa a todos. En él estamos reflejados nosotros. ¿Quién era? Era fariseo, experto en leyes, un maestro. Un hombre que sabía mucho. Y ahí estamos nosotros también: expertos en algo, sintiéndonos seguros, creyendo tener el control de la vida.

Nicodemo era respetuoso, instruido, creía tener la luz. Sin embargo, el texto dice que fue de noche a buscar a Jesús. ¡De noche! Ahí estamos nosotros: buscando a Dios en medio de nuestras oscuridades. No dejamos de buscar al Señor, aun cuando caminamos a tientas. Nicodemo, pese a ser maestro, rabino, reconocido, sentía que algo le faltaba.

¡Qué hermoso que uno pueda, con humildad, reconocer eso! Reconocer que no estamos completos, que hay vacíos, que necesitamos algo más. Aun siendo respetado y admirado, Nicodemo se atrevió a buscar al Señor. Y esa es también nuestra aventura: presentarnos ante Dios con nuestras sombras, aun creyéndonos fuertes, capaces... y muchos lo son. Pero nunca olviden que siempre hay alguien más grande que nosotros.

Nicodemo, experto en cosas de la tierra, necesitaba aprender sobre las del cielo. Y el mundo está lleno de expertos en todo: ciencia, tecnología, leyes... pero qué hermoso sería si también hubiera expertos en Dios, en misericordia, en compasión, en amar. Este sería otro paraíso.

Jesús, que nunca se guarda nada, le dice a Nicodemo algo que deberíamos tener escrito en la cama, en la nevera, en el carro: Tenés que nacer de nuevo”. ¡Qué palabra tan poderosa en tiempo de Pascua! Acabamos de salir del sepulcro, de la prisión. Los discípulos salieron de la casa donde estaban encerrados por miedo. Es Pascua. Y en Pascua el Señor nos dice: “Hácete un regalo… nacé de nuevo”.

¿Pero qué significa nacer de nuevo? Nicodemo no entendía. Preguntó: “¿Tengo que volver al vientre de mi madre siendo ya viejo?”. Y muchos de nosotros somos así: nos cerramos, no entendemos. Pero nacer de nuevo no es un regreso físico, es dejarse engendrar por Dios. ¡Qué bello eso! Que una vida perdida, descartada, vuelva a tener sentido en las manos del Señor.

Nacer de nuevo es entrar en intimidad con Dios, dejar que Él entre en ti, que te transforme desde dentro. Es empezar otra vez, cuando el mundo te ha hecho creer que todo está perdido.

Hay matrimonios que se acostumbraron a vivir mal, creyendo que así tiene que ser. Personas que aceptaron la escasez como destino. Que creen que no merecen algo mejor. Nacer de nuevo es entender que no es así. Es creer que lo que hoy se cerró, mañana puede abrirse. Porque donde ves una puerta cerrada, hay uno que tiene las llaves.

Si estás vivo, puedes solucionarlo todo. Lo único que no tiene solución es la muerte. Todo lo demás sí. Por eso Jesús resucitó, para demostrarnos que hasta lo imposible es posible en Dios.

Y escuchen esto que lo quiero repetir dos veces: la vida tiene para ti oportunidades inimaginables. Oportunidades que ni siquiera alcanzas a soñar. Pero muchas veces, por miedo, las enterramos.

Nacer de nuevo es un derecho. No permitas que nadie te lo robe. Tenés derecho a una vida nueva, a una vida distinta. Te equivocaste, sí. Pero no te define ese error. Tenés derecho a ser mirado con respeto, a ser creído, a abrir caminos de bendición. ¿Quién dijo que Dios no puede volver a bendecirte?

Y por eso quiero recordarles tres evangelios que nos enseñan que siempre se puede volver a empezar:

  1. La mujer adúltera. Se equivocó, sí. Pero Jesús no la definió por su error. La miró con amor, le dijo: “Vete y no peques más”. Le abrió el camino que otros querían cerrarle.

  2. Saqueo. Se apartó por amor al dinero. Lo rechazaron por ladrón. Y Jesús fue a su casa. Le dijo: “Hoy la salvación ha llegado a esta casa”. ¡Ese día se robó el cielo!

  3. El hijo pródigo. Se fue de casa, malgastó todo. Pero las puertas siempre estuvieron abiertas. Al volver, recuperó todo lo perdido. Eso también es nacer de nuevo.

Y por último, hay una Biblia más íntima: la Biblia de tu vida. En ella estás tú. que te equivocaste, que fuiste herido, que perdiste personas o sueños. Y aun así, Dios te dice: “Empieza de nuevo”.

Porque siempre, todos los días, vale la pena volver a empezar. Volver a intentarlo. Y eso, queridos amigos, es Pascua: la certeza de que con Dios, siempre es posible comenzar de nuevo.